“¡Levántense, mujeres de hoy!
¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o de lágrimas!
Digan con firmeza: No permitiremos, que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes.
Nuestros maridos, no regresarán a nosotras, en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas.
No se llevarán a nuestros hijos, no para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles, acerca de la caridad, la compasión y la paciencia.
Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas madres de otro país, como para permitir que nuestros hijos, sean entrenados y convencidos, para herir a los suyos.
Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice ‘¡Desarma! ¡Desarma!’
La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia , ni es señal de posesión.”
Julia Ward Howe (Proclama para el día de las madres, 1870)
Traigo hoy estas palabras de Julia Ward, porque son muy actuales y debieran conocerse.
Los ejércitos entran en otros países para robar sus ansiadas riquezas, actualmente el petróleo, necesario para que las multinacionales de empresas del petróleo tengan lo que necesitan ahora y las reservas para justificar a sus accionistas que las inversiones que han hecho son rentables ahora y en un futuro.
Con estas guerras favorecen a otra multinacional, la de las armas.
Por estos intereses son capaz de arrasar pueblos enteros, matar a niñ@s, mayores inocentes .
Crean en esos países un desorden muy difícil de enderezar que perpetúa la guerra y al que nutren de armas.
Pero lo peor es que crean un odio en el corazón de los atacados, que pone en peligro a la población inocente de esos países que fueron los primeros en atacar, los atacantes, los asaltadores, los invasores.
Personas inocentes que no decidieron la guerra y que ahora tienen que pagar las consecuencias.
Pero a las multinacionales no les importan las personas, ni sus compatriotas, solo les importa el rendir cuentas de gran beneficios a sus accionistas.
Echan la culpa a esos grupos enfermos de odio y venganza que ellos provocaron, y ellas, las multinacionales que dependen del petróleo y las armas tapan su responsabilidad.
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